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El Poder de Pedir Ayuda: Una Lección de Fortaleza

  • Aser Ones, LCSW
  • 12 mar
  • 2 Min. de lectura


Lucille Ball
Lucille Ball

En los años 50, Lucille Ball—sí, la icónica pelirroja de I Love Lucy—enfrentó un momento que pudo haber apagado su estrella. Ya era una actriz en ascenso, pero su matrimonio con Desi Arnaz se desmoronaba y la presión del reflector de Hollywood la asfixiaba. Conocida por su feroz independencia y genio cómico, Lucy pudo haber seguido adelante sola, escondiendo sus luchas tras esa famosa sonrisa. En cambio, tomó una decisión que cambió su camino: pidió ayuda. Se apoyó en su amiga, la escritora Madelyn Pugh, y en su equipo para perfeccionar su arte y estabilizar su vida personal. Ese respaldo no solo la sostuvo—la llevó a ser la primera mujer en dirigir una gran compañía de producción televisiva, convirtiéndola en leyenda.


Lucy no se hundió; brilló más fuerte, porque tuvo el valor de tender la mano.

Tal vez tú también sientas esa presión de cargar todo solo, como si pedir ayuda fuera un paso atrás. Pero mira lo que pasó con Lucy: pedir apoyo no fue su rendición, fue su trampolín. Su historia te suena porque tiene ecos de la tuya—un recordatorio de que nadie llega tan lejos sin un poco de ayuda. La ciencia lo respalda: según la Asociación Americana de Psicología, buscar apoyo baja el estrés, te hace más resistente y agudiza tus habilidades para resolver problemas. Estudios en The Journal of Personality and Social Psychology dicen que quienes piden ayuda no se ven débiles—se ven más fuertes, porque hace falta coraje para hablar claro.


Piénsalo: tender la mano no es soltar el control, es tomar las riendas de otra manera. “Nos elevamos al levantar a otros,” dijo Robert Ingersoll—y al pedir ayuda, también te levantas tú. No es ceder—es conectar. Lucy no actuó sola; tuvo un equipo, y eso hizo su éxito más grande.

¿Y tú? Quizás hoy enfrentas un día pesado, un lío emocional o algo que parece demasiado.


No tienes que resolverlo todo en solitario. Hay una fuerza tranquila en decir, “Oye, necesito un apoyo aquí.” No es rendirse—es avanzar. La prueba está en Lucy: un pequeño pedido la llevó a reescribir su historia.


Tú también puedes empezar a reescribir la tuya. Da ese paso hoy. Llama a alguien, haz una pregunta, busca esa conversación. No hace falta un gran gesto—solo uno real, como el de Lucy. “Solos podemos hacer tan poco; juntos podemos hacer tanto,” dijo Helen Keller, y tenía razón. Tiende la mano ahora. Tu próximo capítulo empieza con eso.

 
 
 

2 Comments

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Guest
Mar 12
Rated 5 out of 5 stars.

Definitivamente es verdad,gracias, es bueno leer esto pues muchas veces encontramos respuestas a dificultades q tenemos.

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Aser Ones, LCSW
Mar 15
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Gracias por tus palabras y leer mi blog.

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