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El silencio de la infancia de Jesús: Una lección secreta para ti

  • Aser Ones, LCSW
  • 19 mar
  • 2 Min. de lectura

El enigma del niño Jesús: Un misterio que aún nos habla


Imagina a un niño corriendo entre las polvorientas calles de Nazaret, su risa mezclándose con el viento, sus manos pequeñas tallando madera junto a José. Ahora, intenta atraparlo en los libros de historia o las páginas de la Biblia —se esfuma. La infancia de Jesús es un lienzo casi en blanco, un susurro perdido entre los siglos. ¿Por qué se sabe tan poco de esos años? Sumérgete conmigo en este enigma: lo que sabemos, lo que imaginamos y cómo ese silencio nos abraza psicológicamente hoy.


Datos históricos y bíblicos


La Biblia ofrece migajas. En Lucas 2:40 leemos: "El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre Él." Luego, en Lucas 2:52, tras su visita al templo a los 12 años: "Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia." Entre esos versos, silencio. Solo Mateo 2:13-23 nos da un destello: la huida a Egipto para escapar de Herodes, un eco de peligro y protección. Fuera de las Escrituras, los historiadores como Flavio Josefo no mencionan al niño Jesús —era un pequeño anónimo en un rincón del Imperio Romano, sin relevancia para los cronistas de entonces.


Teorías del silencio


¿Por qué tan poco? Algunos dicen que su infancia fue deliberadamente ocultada para enfatizar su misión adulta —el Mesías no necesitaba una biografía temprana. Otros, como los evangelios apócrifos (no canónicos, como el "Evangelio de Tomás Infantil"), llenan el vacío con cuentos fantásticos: Jesús dando vida a pájaros de barro o asombrando a maestros. Pero estos relatos, escritos siglos después, son más mito que historia. Tal vez la verdad es más simple: vivía una vida ordinaria, aprendiendo, jugando, creciendo en la sombra hasta que su hora llegara.


La enseñanza de lo poco que sabemos


Ese puñado de versos nos dice algo poderoso: Jesús fue humano, vulnerable, un niño que creció como tú y como yo. A los 12, en el templo (Lucas 2:46-47), preguntaba y escuchaba, mostrando curiosidad y humildad. Nos enseña que el crecimiento —físico, mental, espiritual— importa, incluso en lo cotidiano. No hay prisa ni grandiosidad; hay tiempo para ser, para formarse en silencio.


Ayuda psicológica


Psicológicamente, este misterio es un regalo. La infancia oculta de Jesús nos dice que no necesitamos ser extraordinarios desde el principio para importar. Como dice la psicología del desarrollo, los años tempranos forjan resiliencia y carácter en la quietud, no en el reflector. Su silencio nos invita a abrazar nuestras propias etapas "invisibles," esos momentos donde crecemos sin que el mundo lo note. Nos quita la presión de brillar siempre y nos susurra: "Está bien madurar a tu ritmo."


Reflexión final


El niño Jesús, envuelto en misterio, te mira desde las sombras de Nazaret. Su infancia callada no es un vacío; es un espejo. ¿Y si exploraras tus propios años ocultos con la misma ternura? Siente su lección: no todo necesita ser visto para ser valioso. Sumérgete en este enigma —te está desafiando a crecer, a sanar, a encontrar paz en lo simple. ¿Te atreves a escuchar su silencio?

 
 
 

1 Comment

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Guest
Mar 19
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Buena meditación, se refleja el amor y poder de Dios .

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