Un Paso Contra la Corriente: El Poder de No Rendirse
- Aser Ones, LCSW
- 24 mar
- 3 Min. de lectura

Siente el agua fría rozando tus brazos, el eco de tu respiración cortando el silencio, y esa meta que brilla como un faro en la distancia. Tus sueños te llaman, pero las excusas —“no estoy listo”, “no soy suficiente”, “es demasiado tarde”— son como anclas que te hunden. Hoy, te invito a soltarlas, a avanzar un paso a la vez y a descubrir que no rendirse es tu mayor fortaleza. Con la historia de Eric Moussambani y tres estrategias prácticas, te mostraré cómo vencer las dudas y nadar hacia tu victoria, empezando ahora.
El Coraje de Eric el Eel
Imagina una piscina olímpica en Sídney, 2000. El aire vibra con el murmullo de miles, y el olor a cloro llena el ambiente. Eric Moussambani, de Guinea Ecuatorial, está en el bloque de salida. No es un competidor de élite; hace meses nadaba en un lago, sin entrenador, sin piscina de 50 metros, sin historia familiar de atletas. Todo estaba en su contra: cero experiencia, ninguna expectativa, un país sin tradición olímpica. En su heat de 100 metros libres, los otros dos nadadores son descalificados, y queda solo. Podría haberse excusado —“No estoy preparado”, “Esto no es para mí”— y nadie lo habría juzgado. Pero Eric nada. Sus brazos tiemblan, sus piernas flaquean, y termina en 1:52.72, el tiempo más lento jamás registrado. No gana oro, pero el mundo lo ovaciona. ¿Su secreto? Estuvo presente, dio lo mejor y nunca se rindió.
No Rendirse: Tu Boleto al Triunfo
Tus metas son un carril abierto, pero las excusas son barreras que tú mismo construyes. Eric tenía todas las razones para abandonar, pero eligió la disciplina sobre la derrota. La ciencia lo dice claro: según la Universidad de California, cada interrupción (o excusa) te roba 23 minutos de enfoque. Dejar de lado las justificaciones y avanzar, aunque sea lento, es lo que separa a quienes sueñan de quienes logran. Eric no necesitaba ser el mejor; solo necesitaba empezar.
Tres Estrategias Prácticas para Dejar las Excusas Hoy
Reemplaza “No Puedo” por “Voy a Intentarlo”
Eric no dijo “No soy nadador olímpico”; dijo “Aquí estoy”. Siente el peso de un lápiz y escribe una excusa que te frena —“No tengo experiencia”— y cámbiala: “Haré lo mejor con lo que tengo.” Pégalo donde lo veas. Esa frase será tu brazada inicial contra la corriente de dudas.
Actúa Aunque No Estés Listo
Eric no esperó una piscina perfecta ni un entrenador estrella; nadó con lo que tenía. Escoge 30 minutos hoy —solo 30—. Silencia las excusas, escucha el agua imaginaria a tu alrededor, y da un paso hacia tu meta: un intento, un esfuerzo, algo. Siente cómo el movimiento ahoga el “no estoy preparado”. Empieza ahora, imperfecto y todo.
Haz de la Disciplina tu Aliada
Eric no se rindió a mitad de la piscina, aunque dolía. Cuando la excusa “Estoy cansado” aparezca, respira hondo, saborea el aire fresco, y dite: “Un paso más.” Celebra ese avance —un sorbo de agua, un “¡Sí lo hice!”— porque la disciplina, no el talento, te lleva al final.
Tu Carrera Empieza Ahora
No necesitas ser el mejor para ganar tu propia medalla; necesitas estar presente y seguir nadando. Eric Moussambani nos enseñó que las excusas son opcionales, pero el esfuerzo no. Hoy, en marzo de 2025, suelta las anclas, da una brazada y siente cómo el agua se aparta. Si las corrientes pesan, no estás solo. Como terapeuta, estoy aquí para ayudarte a vencer las dudas y mantenerte a flote. Contáctame para una consulta; juntos, haremos que tus metas dejen de ser “tal vez” y se conviertan en “lo logré”.
¡Nada hacia tu grandeza, hoy!
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