El farol en el taller: Un paso fuera de la depresión
- Aser Ones, LCSW
- Apr 7
- 2 min read

Santiago se había perdido en una nube densa. Los días se arrastraban, y su taller, donde antes reparaba motos con orgullo, ahora era un rincón silencioso lleno de polvo. Los hombres también se deprimen, aunque a veces lo escondan tras una fachada de fuerza. Una tarde, buscando una herramienta, tropezó con un viejo farol que su padre le había regalado. Lo encendió por impulso, y la luz temblorosa alumbró una foto clavada en la pared: él, joven, sonriendo junto a su primera moto.
No fue un golpe de felicidad, pero sí un eco: “Ese fui yo”. Con el farol en mano, salió al patio trasero, solo un rato. El sonido de los pájaros lo rozó, y aunque la nube seguía ahí, algo dentro de él despertó.
La depresión no discrimina por género; le pesa igual a cualquiera. Santiago no salió de ella en un día, pero ese farol —un pedazo de su pasado— le dio un destello para moverse. No tienes que arreglarlo todo ahora; basta con encontrar tu propia luz y dar un paso.
Aquí tienes tres formas de intentarlo:
Busca tu farol: Encuentra algo que te conecte a un mejor tú —una foto, un recuerdo, un objeto— y déjalo a la vista. No resuelve, pero alumbra.
Sal un momento: Cruza la puerta, aunque sea al patio, por unos minutos. El aire o un ruido pueden recordarte que no estás tan solo como parece.
Habla, aunque cueste: Di a alguien “esto está difícil”. No es debilidad; es recargar tu luz con otra voz.
Santiago no disolvió la nube esa tarde, pero empezó a caminar. Los hombres también caen, y también se levantan. La depresión es solo una sombra, y hasta la luz más débil la atraviesa. Si buscas ayuda para encender tu farol, estoy aquí. Como terapeuta, te acompaño en esos primeros pasos. ¿Listo para probar?
Aser Ones, LCSW
(561) 255-8416
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