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Las sombras del pasado: Cuando el Pasado apaga la luz de hoy

  • Aser Ones, LCSW
  • 15 abr
  • 2 Min. de lectura

Clara se sentaba cada noche en su balcón, mirando las luces de la ciudad, pero su mente estaba atrapada en otro lugar. Hace cinco años, su mejor amiga la traicionó, rompiendo una confianza que Clara nunca recuperó. Cada nuevo amigo, cada conversación, llevaba la sombra de esa herida: “¿Y si me fallan otra vez?”. No lo admitía, pero ese dolor antiguo teñía sus días, haciéndola dudar de todos, incluso de sí misma. El pasado no era solo un recuerdo; era una niebla que le robaba la claridad del presente y le ocultaba el camino al futuro.


¿Por qué el pasado nos atrapa?


Las sombras del pasado—pérdidas, traiciones, fracasos—no son solo memorias; son emociones que se aferran al alma. Según la psicología del trauma (van der Kolk, 2014), eventos dolorosos pueden quedar grabados en nuestro cerebro, activando respuestas de miedo o desconfianza ante situaciones nuevas. Esto se llama hipervigilancia emocional: el pasado nos hace ver amenazas donde no las hay. Clara no solo recordaba la traición; la revivía, proyectándola en cada relación. Estudios de la APA (2017) muestran que aferrarse a estas sombras alimenta la ansiedad y bloquea la capacidad de planear un futuro con esperanza.


El costo de vivir en la niebla


Quedarse en el pasado no solo duele; limita. Clara evitaba amistades profundas por miedo, perdiendo risas y conexiones reales. Su presente se volvía gris, y su futuro, borroso, porque no podía imaginar un mañana sin esas cadenas. Pero aquí está la verdad: el pasado no se borra, pero no tiene que mandar.


Cómo dejar entrar la luz


No necesitas olvidar para avanzar; necesitas soltar. Aquí van tres pasos prácticos:


  1. Nombra la sombra: Escribe qué te duele del pasado—una traición, un error—y cómo te hace sentir hoy. Ponerle palabras lo hace menos monstruoso.

  2. Toca el presente: Haz algo que te ancle al ahora—cocina, camina, escucha música. Estos actos pequeños te recuerdan que estás aquí, no allá.

  3. Dibuja un paso al futuro: Elige una acción simple para mañana—llamar a alguien, intentar algo nuevo. Cada decisión corta un hilo de la niebla.


Clara no cambió de golpe. Una noche, escribió sobre su amiga y lloró. Luego, salió a caminar, sintiendo el aire fresco por primera vez en meses. Al día siguiente, invitó a un colega a tomar café. No era el fin de sus sombras, pero sí el comienzo de su luz. Tú también puedes soltarlas. Reflexiona: ¿qué sombra te pesa? ¿Qué harás hoy para ver más claro?

Si la niebla te atrapa, estoy aquí. Como terapeuta, te acompaño a encontrar el camino. ¿Listo para dejar que el presente brille?


 
 
 

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